Santiago-Chile. En septiembre, Roberto Mateluna, un comerciante de la comuna El Monte, comenzó a cavar un gran hoyo en el patio de su casa para hacer una piscina y regalársela a sus cuatro hijos para Navidad. Todo iba bien hasta que golpeó algo duro con el chuzo y éste salió con una vasija ensartada.
Avanzó un poco más y aparecieron mandíbulas y huesos. Si hubiese seguido cavando habría arrasado con mil años de historia, pero atinó. Buceó en internet y encontró la foto de una vasija igualita a la que había aparecido en su patio y entonces llamó a la Universidad de Chile desde donde dieron la alerta al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
Se acerca Navidad y en el patio de Roberto no hay asomo de piscina, pero en cambio tiene desplegada una espectacular escena al más puro estilo National Geographic. El CMN reclutó a 16 arqueólogos y antropólogos físicos voluntarios, que han trabajado durante tres semanas en un gran agujero de 8 por 4 metros, de un metro y medio de profundidad.
“Hemos encontrado ocho cuerpos y ya hemos levantado tres. Todos pertenecen al período agroalfarero temprano”, detalló el arqueólogo del CMN, Rodrigo Rivero. Explicó que la forma en que las osamentas están dispuestas, las características de los cántaros junto a los que fueron enterrados y el que dos de los niños encontrados tuvieran collares de cuentas, les revelan que se trata de antiguos habitantes que vivieron entre los años 200 AC y 900 DC, cuando comienza la vida sedentaria.
“Podrían tener hasta dos mil años de antigüedad”, dice.
Agrega que todavía les falta remover un tercio de la tierra donde piensan podría haber otros tres cuerpos.
El arqueólogo a cargo, José Castelleti, reveló que uno de los aspectos más fascinantes del hallazgo, es que cerca de una osamenta apareció un tembetá que es lo más parecido a un piercing de gran tamaño o un extensor. Se trata de un círculo de cerámica que sale a través del labio inferior y que se sostiene con dos aletillas.
“Era signo de estatus o de identidad”, explica. También encontraron una pipa.
Destacó además “la cantidad de cuerpos encontrados en un mismo lugar. Esto tiene muchas características de un cementerio”.
Rivero explica que una vez que todos los cuerpos sean levantados, serán llevados al CMN para estudios. El sacerdote del pueblo planea construir un museo y cuando ello ocurra volverían a El Monte.
El trabajo en terreno podría demorar dos semanas más y recién ahí Mateluna continuaría con la excavación de su piscina.
“No tengo problema en esperar. Ya no me quita el sueño terminar la piscina antes de Navidad. A mis hijos les compré otro regalo. Lo único que me importaba es que no se destruyeran esos cuerpos que habíamos encontrado”, dice.
(Fuente: Las últimas noticias)
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